Llevamos 60 años trabajado en la protección de la infancia vulnerada, especializándonos en el cuidado residencial. En este largo trayecto ha cambiado la realidad del país, las políticas públicas y las necesidades de las niñas, niños y adolescentes que protegemos.

Ante estas profundas transformaciones, tenemos la responsabilidad de aprender de otras experiencias y de la evidencia que plantea la necesidad de fortalecer las acciones preventivas antes de los 10 años para disminuir los factores de riesgo asociados al mundo delictual.

Fortalecer el trabajo en prevención para acoger a quienes más lo necesitan antes de que sea tarde es un desafío país. Y, sin duda, una tarea que debemos abordar transversalmente, desde la comunidad, escuelas y familias.

Llegar antes a la vida de las niñas, niños y adolescentes les asegura mayor bienestar y es decididamente más abordable, desde todo punto de vista.

Con prevención podremos ayudarles a mantenerse en el sistema escolar y a disminuir la violencia en los espacios educativos y en la comunidad. Asimismo, acompañando en el proceso de crianza a madres, padres o cuidadores, potenciaremos los factores protectores.

Si intervenimos temprano, podremos llegar a tiempo.