Más de alguien me ha dicho que es bueno siempre ver el vaso medio lleno, y que no solo miremos lo malo que pasa a nuestro alrededor. Creo que es cierto, pero hace un tiempo que me cuesta verlo.
En los últimos años, se han sucedido avances importantes en políticas públicas destinadas a niños, niñas y adolescentes, tales como: la creación de la Defensoría de la Niñez, la Subsecretaría de la Niñez, el Servicio de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia y la Ley de Garantías y Protección Integral de los Derechos de la Niñez y Adolescencia.
Hace algunas semanas escuche a la Directora Nacional de Mejor Niñez, Gabriela Muñoz, en una entrevista en la Radio donde comentaba que los niños, niñas y adolescentes de Residencias, cuentan con una larga trayectoria de daño cuya manifestación se traduce en problemas de salud mental, consumo de drogas y conductas transgresoras. ¡Tiene toda la razón! Pero no logro visualizar a los otros garantes de derechos priorizando acciones y financiamiento como lo señala el artículo 16 de la Ley de Garantías y Protección Integral de los Derechos de la Niñez y Adolescencia.
La crisis en la que nos encontramos los Organismos Colaboradores del Servicio de Protección Especializadas está relacionada con:
La culpa de la crisis no se la podemos delegar solo a Mejor Niñez, es el Estado en su conjunto el que le ha fallado a los niños, niñas y adolescentes que están bajo su cuidado. A lo anterior, se suman sectores de la población que miran hacia el lado cuando una Residencia quiere instalarse en su barrio y generan acciones para sacarlos.
El trabajo con niños, niñas y adolescentes gravemente vulnerados en sus derechos es tarea de todos y todas. Estado, Sociedad Civil, Empresarios y Comunidad. El desafío es mayor pero la recompensa es un vaso lleno hasta arriba: la sonrisa de un niño, niña o adolescente.
Erica Ponce Figueroa
Directora Ejecutiva
Fundación Niño y Patria