La realidad que enfrentamos quienes trabajamos diariamente en pos de una mejora de oportunidades y de vida para niños, niñas y adolescentes gravemente vulnerados en sus derechos es tan bonita como desafiante. A pesar de que Chile ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño, a comienzos del 90, no hemos logrado avanzar con la celeridad que ese compromiso exigía.
Ser un verdadero agente de cambio es acostumbrarse a trabajar en la escasez, tener una convicción más allá de las trincheras políticas y los discursos apasionados que cada cierto tiempo un hecho noticioso pone en agenda. Es muchas veces, ser quien resuelve de manera directa todos los inconvenientes, contratiempos y pormenores que el trabajo con aquellos y aquellas que más lo necesitan ofrece constantemente.
La verdad sea dicha, el tema es sensible para muchos y muchas, pero prioritario para pocos y pocas, pero es una urgencia permanente que, de no ser abordada de manera concreta, diligente y suficiente, va generando deudas que no son pagables de forma retroactiva.
No quiero con esto parecer pesimista, sino todo lo contrario. Tenemos la oportunidad de hacer más desde hoy, este desafío nos debe convocar a todos y todas y no solo a quienes trabajamos en esto. Debe ser una preocupación ciudadana permanente, compartida, consciente y diaria. A eso quiero invitarlos e invitarlas: Si lo hacemos juntos y juntas, podremos cambiar la vida de los niños, niñas y adolescentes con los que trabajamos.
Erica Ponce Figueroa
Directora Ejecutiva
Fundación Niño y Patria
